8 de mayo de 2009

3. El Grito

A Sergio nunca le interesó la vida de sus vecinos. No era el típico quejica entremetido. Llegaba tan cansado de su trabajo como jardinero que apenas pasaban unos minutos antes de que cayera inconsciente en la cama.

Cierto día, podando una palmera, colgado a cuatro metros de altura, tuvo un desvanecimiento. Parece que había contraído una fuerte cepa del virus de la gripe por lo que debía irse a casa a descansar.

Aturdido y con el cuerpo dolorido intenta dormir. Son las 10:30 de la noche cuando escucha el primer: “ÁAAAH”, apenas reparó en él. “AAAAÁAAH”, se escucha a las 11:00 pero esta vez sí que lo percibe.”Qué raro, nunca había escuchado al vecino de arriba gritar”. A las 11:30 se repite el mismo sonido, pero ahora Sergio sí que está irritado, “¿¡es que no va a parar en toda la noche!?”.

Tras una semana se empezó a obsesionarse por la causa de los alaridos, digamos que le atormentaban más a su curiosidad que a su oído, así que invitó a su hermana un día a cenar para que le diera su opinión. La llevó a su cuarto con la excusa de mirar ciertas fotos en el ordenador y justo a las 10:25. mientras ella abría y cerraba carpetas en la pantalla se escuchó un fuerte ¡ÁAAAH! de los de siempre.

-Tu vecino se ha debido de trillar un dedo -le dice ella riéndose traviesa.

-No, espera, ya verás dentro de un rato -y miró el reloj.

Ocurrió según lo pronosticado.

-Y ahora, ¿qué dices?, ¿otro dedo trillado?, ¿qué explicación le das tú a esto? ¿eh?, y así todas las noches, no falla, me está desquiciando, ¡tengo que saber qué está pasando! -y gruñó.

-Mi niño, tranquilo, que más te da, ¿no se te ha ocurrido que puede ser un depravado de esos?.

-Pues claro, fue lo primero que pensé pero no me termina de convencer esa explicación. Fíjate la próxima vez y te darás cuenta -decía él señalándose a la oreja.

Se mantuvieron en silencio en espera de otro alarido.

-Pues sí, tienes razón, y créeme que sé diferenciar esa clase de ruidos por el escandaloso de mi vecino, pero esto es distinto -decía ella mientras reflexionaba con su cara apoyada sobre el puño, ahora ella también estaba corroída por la intriga de modo que, cada vez visitaba con más frecuencia a su hermano con el fin de investigar el oscuro origen de los grititos, y se pasaban las horas especulando. Incluso llegaron a hacer una pequeña colección grabando los gritos y comparándolos con un programa de sonido con el fin de saber si los emitía un humano o eran una reproducción. Efectivamente, era un sujeto berreando de verdad, nada de grabaciones.

Al día siguiente descubrieron algo por casualidad. Sergio y su hermana fueron juntos a la biblioteca. Cuando regresaron al piso entraron en el ascensor y pulsaron el botón del piso sexto. Allí un hombre imponente, de unos 45 años, con barba gris y cuerpo esbelto los miraba fijamente. Sus ojos tenían cierta reminiscencia árabe. Había algo familiar en él. En su mano derecha sujetaba un libro fino y colgada de su hombro izquierdo había una mochila. Al llegar al piso sexto, el atractivo caballero hace un gesto con la cabeza para despedirse y entonces, he ahí lo especial, comienza a subir las escaleras hacia ático y mirándose a la vez, los dos hermanos descubren que él es su el hombre del grito.

-¡Es él, es él, lo miraste bien, ¿te fijaste si tenía algo raro?- le decía él muy ansioso, moviendo los brazos arriba y abajo.

-Sí, ¿a que es súper atractivo?- suspiraba ella con la mano en el pecho.

-No me refiero a eso boba, ¿no viste la espada?

-¿Espada?

-Sí, la tenía envuelta pero pude ver la empuñadura cuando se dio la vuelta, sobresalía de la mochila.

-Hay que miedo, es un psicópata de esos, por eso nos miraba tan fijamente, pensé que había ligado, eso me pasa por engreída.

-Creo que ya esta bien, deberíamos dejarlo, esto ya da miedo.-dijo él

-Sí -reafirmó ella

Dos semanas después tocan al timbre desesperadamente. Sergio se levanta de un brinco del sillón.

-Pero ¿se puede saber por que tocas así a la puerta?, ¿no ves que casi se me sale el corazón por la boca?- dijo Sergio hinchando y deshinchando el tórax con rapidez.

-Ay Sergio, es que te vas a morir

-¿Morir?

-Metafóricamente, digo, de la impresión, mira esto por favor.

Su hermana le mostró el programa de una obra de teatro que acababa de ver:“Hamlet, Príncipe de Dinamarca”

-Tú conoces la historia, ¿no? ¿te acuerdas de aquel personaje, Polonio, al que Hamlet mata por equivocación clavándole una espada cuando éste estaba detrás de un tapiz?, yo estaba sentada en la butaca y lo vi todo, Hamlet traspasó a Polonio con su espada y al retirar el tapiz y ver que había matado a aquel pobre inocente, se horrorizó, y ¿sabes que hizo?

-¿Qué?, ¿qué?

-Gritó

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